
En la vida de la mujer, a lo largo de las diferentes etapas, la anatomía íntima sufre numerosos cambios. Los partos, la menopausia, o el transcurso de los años también se ven reflejados en la vagina y suelo pélvico.
Tras el embarazo y en el parto por la distensión de la vagina, se puede producir cierta laxitud vaginal que, en función del grado de la misma, puede ser mínima o máxima y es cuando hablamos de hiperlaxitud vaginal.
La Laxitud vaginal o síndrome de relajación vaginal es una patología que se caracteriza por la alteración de la forma de la vagina y la atrofia de la mucosa vaginal.
Se trata de un trastorno frecuente que se caracteriza por la pérdida de tono, elasticidad y firmeza de las paredes de la vagina. Los músculos pierden el tono, se relajan, pierden fuerza y tanto el diámetro interno como externo de la vagina aumenta. Además las paredes dela vagina también se vuelven más delgadas. Todo ello puede causar desde incontinencia urinaria leve (algunas gotas al toser, estornudar o correr) hasta pérdida de calidad de vida sexual, puesto que al ceder el tejido vaginal disminuye el placer tanto para la mujer como para su pareja.
Muchos casos, casi la mayoría, de laxitud vaginal se producen como consecuencia de los embarazos y partos, pero también la obesidad puede ser un factor importante para que se produzca esta patología.
En el caso de la menopausia, la sequedad y la atrofia también varían considerablemente la mucosa vaginal produciendo una disminución de la elasticidad de la vagina lo que provoca, en numerosos casos, que las relaciones sexuales sean dolorosas. Además, el debilitamiento progresivo del suelo pélvico es causa de incontinencia urinaria.
Tratamiento de la relajación o laxitud vaginal
A pesar de tratarse de una patología frecuente, aún hoy en día muchas mujeres no comentan con su médico este tipo de problema, bien porque creen que es consecuencia natural de los partos o la edad, bien por vergüenza, o por desconocimiento de que existen diferentes soluciones, en función del caso.
En función de la patología y del caso concreto, el médico optará bien por el estrechamiento quirúrgico del canal vaginal, bien por el láser.
El tratamiento con el láser de CO2 provoca el calentamiento del tejido que tiene como efecto una retracción del mismo, el colágeno de los tejidos se estimula y se produce una contracción de las fibras y el tejido. La energía láser afecta a la mucosa y submucosa con un control preciso.
Este es un procedimiento sencillo que permite una recuperación estética y funcional de los tejidos, produce un engrosamiento de la de las paredes de la vagina y les devuelve la firmeza, tono y elasticidad mejorando notablemente las relaciones sexuales y las incontinencias urinarias leves.
Este procedimiento tiene diferentes ventajas frente a la cirugía convencional:
- Sin incisiones
- Sin sututas
- Procedimiento ambulatorio, sin ingreso de la paciente.
- Rápida recuperación.
El número de sesiones lo determinará el médico que valore a la paciente, aunque normalmente se recomiendan de dos a tres sesiones, en función del caso.